24.6.12

Una fría noche de Abril.

La luna llena se despedía de la noche y dejaba al oscuro cielo vacío de rastros de ella. El cielo era negro y profundo y estaba encantado con la compañía de las estrellas.Ese mismo cielo se veía reflejado en el inmenso río que tenía a mi derecha, sus aguas corrían tranquilas y acariciaban a las piedras que se interponían en su camino. El pasto en el que me encontraba sentada estaba húmedo y mojado por el rocío de la fría noche. Los sauces bailaban con la fría brisa y hasta algunas hojas de sus largas ramas llegaban a tocar el agua. Hacía mucho frío, era tarde y no había ninguna luz que me contagiara calor. Aparte de que hacía mucho frío, sentía un frío en el pecho que nunca sentí, por lo menos no en esa intensidad. Estaba abrigada e intentaba darme calor frotándome los brazos, pero aún así, no bastaba. En fin, yo estaba llorando, mis labios temblaban y sentía por mis mejillas caer frías gotas de mi llanto incontrolable. Mi cuerpo temblaba y la vista se nublaba debido a mis lágrimas. Estaba desconectada, podía ver al hermoso paisaje, pero no era capaz de sentirlo y apreciarlo. El sonido de su paz no llegaba  amis oídos, solo escuchaba a una personas gritar y a otra llorar a gritos. Tenía miedo y este se estaba esparciendo por todo mi cuerpo. Se apoderaba de él y de mi alma. Empecé a soltar mi voz y a llorar. A llorar ese llanto que ni el mejor actor lo puede imitar. A llorar el llanto más sincero, aquel que proviene del más profundo dolor del alma. No me importaba la hora, el clima, si los árboles era lindos o si el agua era cristalina o si alguien me escuchaba, nada me importaba. Eran las 7 de la mañana de un amanecer de Abril, el sol no salía y yo estaba sola llorando y con un frío que comprimía el centro de mi pecho. Yo sabía que tenía que estar ahí, era la lección más difícil por aprender, pero aún así quería poder. Iba a poder. A pesar de que estaba congelada y devastada quería salir, quería salir corriendo, quería sentir calor, quería recibir un abrazo y romper a llorar con el, quería compañía, quería ayuda, necesitaba ayuda. Necesitaba ver el sol o su reflejo en la luna llena, quería una sonrisa, quería un "todo va a estar bien", quería que esos gritos e imágenes dejaran de repetirse en mi cabeza, quería irme, quería dejar de sentir ese maldito frío, quería que todo pare, quería que todo y que todos, pudiéramos estar bien.


Julieta.

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