Probando el placer de lo efímero, me encontré con su perpetuo
sabor, un sabor que retumba en la mente y que me acerca a la locura sin
descanso ni tregua, cada vez que me acerco, me carcome al alejarme. Mientras la
abstinencia y el deseo, rasgan mi mente y me consumen, me ruegan volver aquel
placer infernal. Que me mantiene vivo y muerto, lejos y cerca, esclavo y
dependiente de algo que si bien no tiene voluntad me domina y que tortura como
tal, que maldita alma o esencia me he de cruzarme para atarme de esta forma en este juego de enfermiza locura.
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