30.8.12

Fue la primera vez que sentí esa envidia. Tenía envidia de aquellos que no estaban, de aquellos podían llorar de alegría o risa, de aquellos que no estaban en la misma situación que yo, de aquellos que dormían en paz, de aquellos que estaban solos o en compañía en otro lugar, de aquellos que caminaban en las plazas, que corrían en algún lugar, de los que estaban mirando alguna película, de aquellos que estaban solos pero felices, de aquellos rodeados de gente, felices, de aquellos que estaban felices. Sentí esa envidia horrible que me penetraba en la sangre, que corría en mi cuerpo y tocaba cada partecita de mi ser. Sentía esa envidia odiosa, esa envidia que genera las ganas de escupirla y pisarla, esa envidia sucia y mala. Más bien, yo me sentía sucia y mala, sentía la necesidad de que todo desaparezca por arte de magia. Quería cerrar los ojos y que todo, absolutamente todo, desaparezca con mi vista.

Julieta.

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