13.2.12

En mi mundo

Miro por la ventana del aula hacia el patio. La lluvia cae sobre el granito con una gracia que me atrae hacia afuera. Me siento sobre los escalones de la entrada y me estremezco ante el repentino cambio de la temperatura, sonriendo al sentir el frío húmedo refrescar mi cuerpo acalorado. El aroma dulzón de las flores mojadas viene hacia mi rostro con una brisa fría que me salpica con algunas gotas. Relajo los párpados e intento que el frío y el olor a lluvia inunden cada poro y cada célula en mi cuerpo. Unas gotas caen sobre mis piernas descubiertas y siento ganas de deshacerme de las zapatillas para apoyar mis pies en el escalón mojado pero no lo hago, prefiero quedarme quieta y disfrutar del momento. Prefiero no moverme y apreciar con claridad la sinfonía irregular que producen las gotas al golpear sobre las distintas superficies.
Qué paz, se escuchan algunas voces del aula pero me resulta fácil ignorarlas. Por estos días no me gusta hablar mucho, estoy bastante reflexiva y esta soledad me sienta bien… Simplemente yo misma me entiendo.
Las gotas que resbalan por el toldo humedecen mi cabello pero no me importa, desarmo la trenza que lo mantiene sujeto para que el agua sea dueña de mojarlo cuanto quiera. Me concentro en percibir el olor a shampoo que emana mi pelo suelto mientras siento cómo el charco, cada vez más grande, va empapando de a poco mis zapatillas.
Sigo con los ojos cerrados, apreciando la libertad que me brinda la lluvia con cada gota y con cada oleada fría. Mi cabeza está vacía y a la vez llena. De a minutos mi mente se pone en blanco y luego, así como así, se llena de pensamientos. Y pienso en todo, pienso en mi año, en las alegrías que lo llenaron, en las tristezas fugaces y en todo lo que descubrí. Pienso en el cambio, (¡Cómo cambiamos!), pienso en mi familia, pienso en él, pienso en las sonrisas de mis amigos, en su amor, su libertad y en la paz que me brindan con cada palabra, con cada abrazo… Pienso en el mar, pienso en esa agua que cae incansable sobre mí y sigo pensando, cada vez más absorta en mi propio mundo.
Mientras tanto la noche avanza, la lluvia crece, se intensifica más y más y me sumerge con su humedad y su brisa fría. Yo no me doy cuenta de que ya no hay sol detrás de las nubes, y tampoco siento frío, como los demás… simplemente estoy cobijada bajo mis sueños. 

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